viernes, septiembre 15, 2006

James D. Watson

...una oposición igualmente fuerte a los programas dirigidos a evitar el nacimiento de niños con defectos genéticos graves procede de personas que creen que toda la vida humana es un reflejo de la existencia de Dios y debe ser protegida y apoyada con todos los recursos a disposición de la especie humana. Dichas personas creen que los fetos con menoscabos genéticos tienen tanto derecho a existir como los destinados a tener una vida saludable y productiva. Pero tales argumentos no tienen ninguna validez para aquellos de nosotros que no vemos prueba alguna de la santidad de la vida y que, por el contrario, creemos que la vida humana y otras formas de vida son el producto no de la mano de Dios, sino de un proceso evolutivo que opera según los principios darwinianos de la selección natural. Esto no quiere decir que los seres humanos no tengan derechos. Los tienen, pero no proceden de Dios, sino de contratos sociales entre los seres humanos que se dan cuenta de que las sociedades humanas deben operar según ciertas reglas que permitan la estabilidad y la predecibilidad en la existencia cotidiana.

La principal de dichas reglas es la prohibición estricta en prácticamente todas las sociedades de matar a un ser humano congénere a menos que sea por razón de autodefensa necesaria. Sin esta regla, nuestra vida como seres humanos que funcionan resultaría muy menguada, al no poder nadie contar con la disponibilidad continuada de los que amamos y de los que dependemos. En cambio, la terminación de un feto genéticamente lesionado no tiene por qué menguar las vidas futuras de aquellos individuos en cuyo mundo de otro modo entraría. En realidad, la emoción predominante debe ser en gran parte de alivio por no vernos obligados a dar amor y apoyo a un niño que nunca podrá tener una existencia cuyo éxito eventual se pueda anticipar y compartir.

Así, sólo puedo ver agonía innecesaria surgida de leyes que utilizan la fuerza de revelaciones religiosas arbitrarias para imponer el nacimiento de niños genéticamente enfermos a padres que preferirían mucho más terminar estos embarazos, en la esperanza de que su siguiente concepción conduzca a un niño sano. Es seguro que usar el nombre de Dios para dejar que ocurran tragedias humanas personales molestará no sólo a quienes siguen normas de vida menos dogmáticas, sino también a muchos miembros de aquellos grupos religiosos cuyos miembros proclaman la santidad absoluta de toda la vida humana. Es probable que estas personas se pregunten si las palabras de Dios, así interpretadas, son más importantes que la salud de sus hijos o de los de sus amigos. A la larga, es inevitable que estas autoridades que piden a sus seguidores que se perjudiquen en el nombre de Dios se encuentren cada vez más aisladas, y que sus declaraciones morales sean consideradas ignoradas.
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Tropezamos y caemos constantemente,
aun cuando seamos ilustrados.
Pero, inmersos en la oscuridad espiritual,
ni siquiera sabremos que hemos caído

viernes, septiembre 01, 2006

Bill Bryson. Las visitas Extraterrestres

...El espacio, dejadme que lo repita, es enorme. La distancia media entre estrellas es ahí fuera de más de 30 millones de millones de kilómetros. Son distancias fantásticas y descomunales para cualquier viajero individual, incluso a velocidades próximas a la de la luz. Por supuesto, es posible que seres alienígenas viajen miles de millones de kilómetros para divertirse, trazando círculos en los campos de cultivo de Wildshire, o para aterrorizar a un pobre tipo que viaja en una furgoneta por una carretera solitaria de Arizona (deben de tener también adolescentes, después de todo), pero parece improbable.
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La naturaleza y las leyes naturales yacían ocultas en la noche.
Dijo Dios: "¡Hágase Newton!". Y se hizo la luz


Alexander Pope, Epitafio destinado a sir Isaac Newton