
La práctica de la superstición es tan apropiada para la multitud que, si se los despierta por la fuerza, aun lamentan la pérdida de su agradable visión.
Su amor por lo maravilloso y sobrenatural, su curiosidad con miras a acontecimientos futuros y su fuerte propensión a ampliar sus esperanzas y temores más allá de los límites del mundo visible, fueron las principales causas que favorecieron el establecimiento del politeismo.
Tan apremiante es la necesidad del vulgo de creer, que la caida de cualquier sistema de mitología será sucedida muy probablemente por la introducción de algún otro modo de superstición.